La Provence tiene ese encanto especial de ciertas zonas del sur de Europa: pueblitos pintorescos, buen clima y sobre todo experiencias gastronómicas inolvidables.
Empezamos el viaje en Marsella, una ciudad portuaria con una gran historia, y una de las ciudades mas grandes de Francia. La zona del Puerto Viejo es muy atractiva, con hoteles, restaurantes, bares y cafés rodeando los muelles donde atracan veleros, yates y barcos comerciales. Durante el día es muy agradable para caminar, y tiene un pequeño mercadito de flores y alimentos. Al día siguiente recorrimos las zonas comerciales de Marsella, donde se nota que ha habido una gran inversión en infraestructura porque la ciudad está muy bonita, cuidada y limpia.
En auto salimos en dirección este, y luego de pasar varias playas atractivas llegamos al bello puerto antiguo de Cassis. Enclavado en una zona montañosa con riscos sobre el Mediterráneo, Cassis es un pueblo mágico. Comimos junto al puerto, en uno de los tantos buenos restaurantes de la zona. Los mejillones con un vino blanco de la zona (denominación Cassis) fueron un gran comienzo de viaje.
Luego de una escala en Mónaco, Cannes y Niza visitamos otro puerto chiquito, también muy simpático, y que tiene una de las marinas para embarcaciones deportivas mas conservadas de las antiguas en esa zona de Francia: VilleFranche-sur-Mer. Como llegamos un domingo en temporada alta, tenían un desfile de carruajes y embarcaciones antiguas, con gente vestida de época, un espectáculo muy colorido.
Detrás de la costa de Cannes está otro pueblo maravilloso (además del también pintoresco y cuna de los perfumes mas famosos Grasse): Saint Paul de Vence.
Saint Paul es un pueblo medieval, ahora poblado de galerías de arte y cafés, con callecitas estrechas construido sobre la cumbre de un risco.
Luego pasamos unos días de playa en Saint Tropez, que tiene uno de los mejores mercados de la zona en su plaza principal 2 veces por semana como casi todos los pueblos de la Provence. Se consiguen alimentos de buenísima calidad como frutas, verduras, saucisson (salame/salchichón), jamón, pescados y por supuesto los mejores quesos del mundo. Tiene una sección de comida preparada donde uno puede comer desde paella hasta boullabaise (sopa de pescado típica de Marsella), y zonas de venta de ropa y antiguedades.
Desde Saint Tropez salimos hacia el norte, internándonos en el corazón de la Provence. Luego de pasar por muchos pueblos medievales muy pintorescos como Tourtour, llegamos a Moustiers-Sainte-Marie, un pueblito mágico en cuyos alrededores se asienta la Bastide de Moustiers, un pequeño hotel boutique propiedad del multi-estrellas Michelin chef Alain Ducasse.
La Bastide (que significa «casa de campo», equivalente a una «masía» en Cataluña) es una antigua casa de piedra, enmarcada en varias hectáreas con jardines y espacio para cría de algunos animales de granja, y toda la huerta que usa la cocina del restaurante. Los paquetes de alojamiento de la Bastide de Moustiers generalmente incluyen el desayuno y la cena, y ofrecen unas experiencias gastronómicas únicas, con productos simples de una frescura y un gusto únicos.
Siguiendo hacia el norte fuimos hasta Chateauneuf-du-Pape, un terroir emblemático por sus vinos. Desde que los papas se instalaron en la cercana ciudad de Avignon (una maravilla de arquitectura sobre las márgenes del Río Rohne/Ródano), se dice que se empezaron a producir los mejores vinos en esta zona para abastecer la sed de los pontífices y sus cortes. Además de recorrer las fincas y bodegas y degustar vinos, vale la pena recorrer el pueblito que tiene mucho encanto y buenos restaurantes.
Luego pasamos unos días en Aix-en-Provence, la ciudad mas importante de la zona, una elegante ciudad llena de estudiantes, mezclados con turistas, buena comida y entretenimiento, muy bien cuidada y agradable para pasar un par de días.
Finalizamos el viaje siguiendo hacia el sur se entra en la zona del Camargue (Camargo), zona de mucha influencia cultural española, incluyendo las corridas de toros y las paellas, especialmente en ciudades y pueblos como Arles y Saint-Marie-sur-Mer.
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