A veces sólo basta ver la ambición en la puesta en escena de un restaurante para predecir su futuro. La de Bistró Balzac lo dice todo. La arquitectura, contenida en una casa neoclásica es un poco ecléctica, y ambigua, como Balzac. Construida en el Siglo XX, pero en la buena época, reformada con toques ultra franceses (toldos rojos parisinos en la terraza) dan el entorno perfecto para que se luzca la cocina y el ambiente. En esa ubicación que uno imaginaría caótica de Palmas y Mayka, se respira una paz digna de Boi de Boulogne, aún en su terraza exterior, convenientemente ubicada en un privado desnivel de dos metros sub calle.
El Bistró Balzac es una propuesta de la familia Bernot (los del hotel y restaurante Las Mañanitas de Cuernavaca) y del chef Patrick Baloup, un fan de la similitud de las cantinas mexicanas con los «bistrot» parisinos. Y aunque Baloup insista que su comida es de bistró, no le creo, es mucho mas compleja, mas elaborada, con mayor aspiración, aunque yo sea un fiel amante de los verdaderos bistrots (de esos que en México casi no hay, ay!). Su cocina combina lo mexicano con lo francés, haciendo uso del chipotle para darle «aztequeidad» a los moules frites tradicionales de bistrot (en Las Mañanitas le agregan curry), o aceitando con chile de árbol un huachinango preparado a la mediterránea. Los ostiones Rockefeller también tienen su toque especial, mezcla grandes mejillones entre ostiones con efecto Moros y Cristianos, y quesos, esos quesos. La terrine de entrada es de conejo, cuando por supuesto es mas fácil poner una mousse de foie y quedar bien. Nunca he sido fan de los postres, pero creo que las crepes suzette y el carpaccio de piña son dos de las mejores creaciones de la casa. Ambos extremadamente originales en su forma de preparación e ingredientes, que no quiero contar para que sea sorpresa. La mayoría del menú es una apuesta de riesgo, muy interesante.
Honoré de Balzac, un gran novelista y dramaturgo del siglo XIX, en su obra cumbre «La Comedie Humaine» nos ilustró la vida de personajes totalmente ambiguos, en parte haciendo referencias autobiográficas. El restaurante Bistró Balzac es un poco así, a veces muy francés, a veces muy mexicano, pero como la obra del bueno de Honoré, es una delicada mezcla bien lograda.
Mezcla interesante. Esto comenzó con Josette Carbajal, Añu Cervantes, mi ogilvyano amigo JC Valladolid y Nuria Diez Masó. Llegó Enrique Solórzano, y de ahí en mas fue una «ever growing» mesa social.
El Balzac está para disputar un lugar importante en las Lomas y Polanco. Desde el desayuno, donde ya vi llegar parte de la clientela de Café O y La Lorena, gente de negocios, y amigas para el café a las que sólo les falta la bolsa de compras de Galeries Lafayette. En la tranquilidad de la noche de Palmas tendrá gente que va al Roca, e incluso algún habitue del Bakea (al menos nosotros, seguro).
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