Existe hoy un «semi consenso» mundial a nivel académico y determinados círculos políticos y económicos serios sobre el rumbo que tienen que tomar los países con sus economías para conducir a un progreso económico y social sostenido. Sin embargo, en este año 2012 se libran batallas ideológicas extremistas que esconden y empañan el progreso que realmente se ha hecho en las ciencias sociales acercando posiciones en base a experiencia.
La guerra de las elecciones presidenciales de USA, donde unos quieren eliminar el seguro de salud, y otro plantea posiciones anti-libre empresa, la lucha entre Alemania y el resto de Europa con el ajuste extremo versus seguir con el estado de bienestar que los llevó a la quiebra, y la división de América Latina entre pro-mercado y «bolivariana» son tres ejemplos de gritos y peleas que entorpecen la búsqueda y ejecución de políticas de consenso, que están mundialmente probadas como exitosas o al menos existes fuertes razones teóricas que las respaldan.
De hecho, en el título escribí «neoliberalismo» y «progresismo» entre comillas. Estos son adjetivos absurdos, que se usan en discusiones acaloradas, y hasta para insultar. En realidad, «neoliberalismo» es simplemente Liberalismo o economía de mercado, mientras que «Progresismo» es liberalismo o economía de mercado con una mayor influencia del estado, cuyos funcionarios pueden tomar decisiones discrecionales para limitar la acción de la famosa «mano invisible del mercado» en base a su criterio personal o consenso social, dependiendo de la transparencia que exista. La discusión hoy no es capitalismo versus socialismo, todo el sector «progresista» hoy reconoce íntimamente o públicamente que el socialismo fracasó con el experimento fallido de la URSS. Los partidos «socialistas» o «progresistas» hoy defienden un sistema capitalista semi-intervenido, simplemente que no queda bien usar la palabra «capitalista» o «de mercado», salvo en las social democracias avanzadas de Europa.
CUÁL ES EL MODELO ECONÓMICO DE CONSENSO ACTUAL?
Qué dice el consenso actual sobre la gestión que tendrían que tener los países? Pues simplemente recomienda la adopción de una política liberal, de mercado, de libre empresa, que es lo único que puede asegurar el progreso sostenido de una nación, matizado con medidas que aseguren igualdad de oportunidades y contención social a través de un buen sistema de redistribución del ingreso. Asimismo, muchos economistas hoy también justifican algunas acciones específicas que hoy distorsionan el libre albedrío del mercado en situaciones muy puntuales, y no deseables como permanentes. Un ejemplo de esto podría ser el desarrollo de una industria específica en un país que en sus inicios no es naturalmente eficiente y necesita algún grado de apoyo de capital del estado, o protección aduanera, o beneficios impositivos. O la misma industria que necesita una reconversión para ser competitiva, pero que es claramente viable en el largo plazo.
Hoy no existe una alternativa real al capitalismo liberal, sólo diferentes formas de este.
LA MEJORA EN LA DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO EN AMÉRICA LATINA (COEFICIENTE DE GINI)
Esta semana se publicó un reporte especial de The Economist, que describe como «True Progressivism» (Verdadero Progresismo) a lo que yo llamo NeoMercadismo, y justamente trata sobre como las medidas tradicionalmente consideradas de «neoliberales» pueden convivir con las medidas «progresistas», y combinarse para el éxito de las naciones. La información que utiliza para América Latina está basada en los estudios de Nora Lustig y Luis Lopez-Calva publicados el año pasado, donde analizan el fenómeno de la distribución del ingreso en Brasil, México, Argentina y Perú. Y es interesante ver que es América Latina la única región del mundo que ha reducido el nivel de desigualdad en los últimos 10-15 años, mientras que en USA, Europa y Asia el nivel de desigualdad (medido por el coeficiente Gini) ha crecido.
Las razones que cita el estudio como causantes de la mejora del coeficiente de Gini son el mayor acceso a la educación básica (primaria y secundaria) de las clases populares, así como la implementación de planes de asistencia directa, sujetos a cumplimiento de metas educativas (se implementaron planes muy similares en México, Argentina y Brasil que otorgan ayuda financiera a padres, sujeto a que los niños acudan efectivamente a la escuela). A su vez, estos planes fueron posibles gracias al crecimiento de las economías, fuertemente impulsadas por los precios de los commodities que estos países exportan.
Sin embargo, esta trayectoria positiva tiene por delante un gran desafío: el acceso a la educación mejoró inicialmente el ingreso de las clases mas bajas, pero la educación necesita mejorar su calidad, para acercar la formación de esta nueva clase educada a la que reciben los sectores de mayores ingresos, fundamentalmente privada en los cuatro países de estudio.
HACIA UNA ECONOMÍA MAS EFICIENTE Y MAS JUSTA
No sólo en Latinoamérica sino en todo el mundo es necesario afianzar dos características del modelo: desregular y permitir competencia, y a la vez liberar recursos de usos ineficientes para subsidios directos a aquellos sectores sociales que de otra manera quedarían irremediablemente postergados por no partir en condiciones iguales.
Esto significa mayor apertura económica, generación de condiciones favorables para atraer la inversión extranjera, variables macroeconómicas saludables (crecimiento, inflación, deuda, cuenta corriente, etc.), eliminación de subsidios distorsivos a industrias y empresas ineficientes, y de aquellos que benefician a las clases medias y ricas, para liberar recursos para apoyar a los sectores mas pobres.
Todos estos factores no están necesariamente presentes ni en las economías de USA/Europa ni en las de América Latina. Por cuestiones políticas se mantienen muchos subsidios a sectores ineficientes «crónicos» y apoyos a las clases medias y ricas mediante subsidios a los productos que compran y sistemas tributarios regresivos (aquellos en los que los que menos ganan, mas pagan proporcionalmente). Algunos ejemplos evidentes del mal uso de los recursos son el subsidio general a la gasolina y la desgravación de IVA de muchos productos «suntuarios» en México, o el despilfarro en subsidios al consumo domiciliario de gas y luz en Argentina. Son medidas que benefician mas a las clases medias y altas que a las bajas. Otro caso típico de mala alocación de recursos es el fuerte gasto en Universidades estatales (beneficiando a la clase media), en detrimento de una mayor inversión en cantidad y calidad de educación básica, que es a la que tienen acceso los sectores bajos. No es que sea deseable que no haya Universidad pública (que debe ser eficiente, y brindar becas a quienes no pueden sostener su educación), sino mas bien que dentro de la limitación de recursos se privilegie aquel que tiene un mejor impacto en la mejora social y económica de la población. Y es que la economía es una ciencia tirana, se trata de lograr las mejores combinaciones de recursos escasos, porque los recursos ilimitados no existen.
PROGRESISMO VERSUS LIBERALISMO? O CORTO PLAZO VERSUS LARGO PLAZO?
Y es que en realidad cuando muchas veces se plantea una disputa entre liberales y progresistas serios, lo que se discute es si se quiere obtener el beneficio en el largo plazo, o en el corto plazo. Llevado «al margen», es decir analizando situaciones en sus extremos, se puede ver claramente qué implica cada posición.
En un ejemplo de este tipo, un gobierno «progresista» podría decidir gravar con un impuesto del 50% al capital y a la renta del sector mas rico, para distribuirlo en los sectores mas pobres. Esto crearía un efecto positivo de redistribución e igualdad en el corto plazo. Sin embargo, alteraría un aspecto básico de progreso en el largo plazo, porque estaría alocando recursos en sectores que no necesariamente harían buen uso del capital recibido, además de quebrar los incentivos de crecimiento del sector mas productivo. Es decir que el beneficio inicial que recibirían los pobres se agotaría a mediano plazo porque al no haber inversión, e incluso al caer la producción, cada vez habría menos para repartir.
En otro ejemplo, cuando un gobierno «progresista» decide proteger una industria de las importaciones, genera un beneficio inmediato, de corto plazo para los dueños y empleados de ese sector. Sin embargo, a mediano plazo, eso genera un costo mas importante para todos los consumidores, que en conjunto deben alocar mas dinero para la adquisición de esos bienes, privando a la economía de un ahorro que se podría haber generado (ahorro que termina en inversión, retroalimentando el sistema), o a otros productores de bienes eficientes que podrían haber recibido ese dinero extra, haciendo crecer un sector competitivo de la economía.
En general, los gobiernos «progresistas» tratan de aislar a la economía de su funcionamiento normal, provocando un beneficio directo en un sector determinado, a costa de un menor crecimiento o beneficio a largo plazo. Si bien existe consenso que eso es aceptable en determinadas circunstancias puntuales, no es posible como sistema a largo plazo por la tiranía de los recursos escasos.
Sin embargo desde el punto de vista político es difícil de «vender», es mucho mas facil «vender» beneficios de corto plazo porque son inmediatamente palpables, y por otra parte mas fáciles de entender ya que en ningún lugar del mundo los economistas son la mayoría de la población. Por otra parte, aplicar una medida progresista en América Latina está generalmente ligada al beneficio político concreto del gobierno de turno. Las poblaciones que reciben ese beneficio de corto plazo generalmente lo asocian al político de turno, mas que al del estado como entidad independiente de los partidos políticos.
Una distorsión política adicional que generan los beneficios de corto plazo impulsados por los gobiernos «progresistas», es que en muchos casos el daño que causan sus medidas ocurren durante gobiernos «liberales», que cargan con el costo político de ese daño. Típicamente esto se refleja en un gobierno «progresista» que impulsa fuertemente el gasto (en subsidios, pensiones, etc.), haciendo entrar en déficit fiscal al estado, que es un problema que luego tiene que corregir un gobierno «liberal» con un ajuste.
Otro ejemplo bastante común es cuando los gobiernos «progresistas» se benefician de las políticas «liberales» de sus antecesores, que permitieron acumulación de capital y crecimiento, para llevar a cabo agresivas medidas de redistribución y gasto, no necesariamente correctas. En nuestra región por ejemplo, el gobierno liberal de Fernando Henrique Cardoso en Brasil (1995-2003) sentó las bases del progreso actual de Brasil, del cuál se benefició la posterior gestión de Lula Da Silva.
En un caso mas triste, en Argentina, el gran consumo de energía por parte de las clases medias y altas a precios muy bajos fue posible por la importantísima ola de inversiones en exploración, generación y transporte de energía eléctrica y gas que propició el primer gobierno liberal de Carlos Menem y sus privatizaciones en 1999-2005. En 2012, luego de este festín de consumo a precios subsidiados sin inversión, Argentina se transformó en importador de combustibles, y todo el sector energético está semi-quebrado.
Los problemas mas serios del «progresismo» son la discrecionalidad con las que se aplican las medidas (quién decide a quién beneficiar en el corto plazo?) y el uso político de estas medidas para generar pirámides de asistencialismo necesariamente ligadas al político de turno en el gobierno (que mediante estas asistencias podría perpetuarse en el poder).
Sin embargo, hay algunos casos que reflejan claramente y en el corto plazo cómo operan estás fuerzas de corto plazo versus largo plazo.
En Argentina en 2006 el gobierno «progresista» de los Kirchners decidió proteger al consumidor argentino de los incrementos de la carne vacuna, y virtualmente cerró las exportaciones para que hubiera mas carne disponible en el mercado interno, lo que a su vez provocó una caída en el precio local. Este beneficio fue palpable de forma inmediata para la mayoría de los consumidores. Sin embargo, a mediano plazo (2010-2011) se demostró que fue una medida totalmente erronea. Primero porque los principales beneficiados fueron las clases medias y altas, que son los que tienen mayores consumos de carne vacuna, pero principalmente porque afectó la dinámica de mercado de un sector productivo importante, y además porque terminó generando un efecto inverso al buscado, es decir un incremento de precio.
Lo que sucedió, como se observa en los gráficos, es que al tener un precio bajo/regulado en el mercado interno, los productores de ganado decidieron dejar de producir carne, por lo que cayó sustancialmente la oferta, lo que volvió a incrementar el precio por escasez. Adicionalmente, muchos productores eficientes de carne que salieron de la industria ya no pudieron volver a entrar (se requiere mucho capital para criar y engordar ganado, y mas de 2 años para completar el ciclo). Además de los productores ganaderos, colapsó toda la industria de frigoríficos exportadores de carne. Los principales frigoríficos exportadores fueron adquiridos por sus competidores brasileños, y muchos luego quebraron, dejando mucha gente sin trabajo. En el mercado internacional, Argentina perdió gran presencia frente a competidores regionales como Brasil, Uruguay e incluso Paraguay. Esta alteración del mercado para beneficiar el consumo de la clase media generó una pérdida enorme para la población a largo plazo. Una violenta lección de economía en 4-5 años.
En México estos años de precios internacionales altos de commodities y alimentos está generando privaciones en los sectores mas bajos de la sociedad, que depende del maíz, frijol y leche para su alimentación básica. México es actualmente importador de estos productos porque su producción doméstica es insuficiente para satisfacer esta demanda. Cuál es el origen de esta deficiencia productiva? Una medida «progresista», fuertemente enraizada en México , desde la Revolución de 1910, que determinó que «la tierra es de quien la trabaja». Esto creó nuevamente un impacto positivo en el corto plazo, los campesinos que eran explotados por terratenientes accedieron a tierras para cultivar y mejorar su situación particular. Sin embargo, la protección de este esquema a largo plazo generó que estos campesinos no hayan accedido a los beneficios de la tecnología agrícola disponible por falta de capital, escala y know-how, convirtiéndose en un sector que no sólo no es competitivo, sino que hasta requiere subsidios para no desaparecer. Si luego del impacto inicial favorable se hubiera aplicado un criterio de mercado, estos productores estarían hoy no sólo abasteciendo toda la demanda local de productos básicos (disminuyendo el precio para los consumidores mexicanos), sino que también podrían ser grandes exportadores competitivos aprovechando las condiciones territoriales de México, y beneficiando a la economía en su conjunto con otra industria generadora de divisas.
Esto es lo que hay que analizar cuando vemos «progresismo» versus «liberalismo», cuáles son los efectos de una medida en el corto versus en el largo plazo.
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