Hace rato que quería escribir algo sobre Monsanto, la empresa americana de tecnología agrícola. Viendo tanta crítica en redes sociales a esta empresa y sus tecnologías, aceleré mi decisión de confrontar los puntos de vista.
Para la mayoría de la gente, población urbana, Monsanto no significa nada. Para algunos pocos, seguramente la primera vez que escucharon hablar de Monsanto fue a través de alguna campaña de Greenpeace o algún amigo ecologista. O quizás cuando vieron «Food Inc», una película de Robert Kenner, que describe a Monsanto como un demonio al que solo le interesa envenenar a los pobres del mundo.
Monsanto es una empresa de St Louis (Missouri, USA), fundada en 1901, que comenzó como productor de sacarina, el popular endulzante. A través de crecimiento orgánico y adquisiciones, la empresa se involucró en el desarrollo de herbicidas, y mas recientemente en el desarrollo y mejoramiento genético de semillas base para el sustento humano como maíz, soya y algodón. El mejoramiento de las semillas (al igual que el de la mayoría de sus competidores como Dupont, Cargill en su momento, Syngenta, etc.) estuvo orientado en buscar variedades que se adapten mejor a los suelos y climas de cada campo. Lo que hizo Monsanto diferente, fue lanzar en 1996 variedades de semillas que son resistentes a los herbicidas, lo que permite aplicar estos productos de control de malezas sin matar el cultivo, mejorando los rendimientos de la cosecha. Para los números de la economia global actual, Monsanto no es una empresa «tan grande»: factura unos US$ 11.000 millones, a penas 3 veces el tamaño de Gruma (dueño de Maseca, con un market share en México del 75% en harina de maíz), dos veces el tamaño de Televisa y mucho mas chica que América Móvil de Carlos Slim, la que la supera por unas casi 5 veces en términos de facturación.
Para la gente del campo (entre los que me incluyo por origen), Monsanto ha sido un aliado permanente, y su marca mas conocida, RoundUp, es para nosotros algo con una cercanía y valor similar a la de Apple, Google o Coca Cola para un citadino. El RoundUp es un herbicida que lleva décadas ayudando al control de malezas, lo que permite mejores rendimientos de las cosechas, mayor ingreso para los productores y mas riqueza para los países. El RoundUp es ampliamente utilizado por los campesinos en todo el mundo, y es frecuente su uso también en control de malezas en parques y zonas semi-urbanas. La combinación del uso de RoundUp y semillas genéticamente modificadas ha hecho crecer de forma casi exponencial los rendimientos de los cultivos, especialmente en los grandes países productores de granos del Nuevo Mundo como USA, Brasil, Canada, Australia y Argentina. El RoundUp, basado en el glifosato, es globalmente producido por centenares de empresas ya que la patente de Monsanto expiró en 2000.
Entonces, cuál es el punto de conflicto?
Para los ecologistas, el uso de herbicidas como el RoundUp y de cultivos genéticamente modificados tiene un impacto en la salud de la población, que estiman se manifiesta desde intoxicaciones a malformaciones genéticas. Sin embargo, no hay evidencia seria de ninguna de estas aseveraciones en ninguna investigación de universidad de prestigio u organismo multilateral de salud. La Organización Mundial de Salud, la OMS, declaró en 2000 que el RoundUp es tóxico (por supuesto, algo que dice la advertencia en su etiqueta), pero que utilizado adecuadamente no presenta ningún riesgo para la salud. Respecto de las semillas genéticamente modificadas tampoco hay ninguna evidencia en daños a la salud, a pesar que su consumo ya lleva tiempo en mucho países del mundo.
Cuál es el trade-off? Un riesgo incierto, fogoneado por organizaciones de pensamiento ambientalista radical como Green Peace y similares, mezclado con otras nacionalistas y las típicas anti-sistema, respecto de un incremento real (con un potencial aún gigante basado en la evidencia de los últimos años) de la producción de granos y alimentos disponibles para la humanidad, y el fin del hambre.
Cuál es el impacto positivo en las sociedades del incremento de producción de cultivos que permite la modificación genética?
Comencemos por un ejemplo cercano, que muestra justamente lo que sucede si la tecnología del campo no avanza: México, por su política de minifundio (extensiones de campo demasiado pequeñas para ser eficientes) derivadas de la Revolución, y por no adoptar cultivos genéticamente modificados (GM) tiene un déficit anual de aproximadamente un 35% del maíz que consume, y depende de importaciones de USA.
La sequía que afectó a USA este año (2012) tuvo un impacto enorme en el precio de la tortilla, alimento más básico de los 40 millones de mexicanos pobres y del cuál depende una gran parte de la ingesta de calorías, calcio, proteínas, etc. La adopción de cultivos GM permitiría a México alcanzar su soberanía alimenticia, minimizar el riesgo de hambre o privaciones y además mejorar los ingresos de los campesinos, que es increíble que aún en este momento dorado de los productores de commodities en todo el mundo, aquí dependan de subsidios estatales. El 92% de los productores mexicanos de maíz cultivan menos de 5 hectáreas, y con su pobre rendimiento, inferior a las 2 toneladas/Ha sólo contribuyen aproximadamente la mitad de la producción local, la mayoría para autoconsumo. La escala no es eficiente, y el rendimiento por hectárea es extremadamente bajo. Un productor medianamente eficiente en USA o Argentina ronda las 10 toneladas la hectárea gracias a la tecnología, incluyendo las semillas GM. La población campesina mexicana son unos 25 millones de personas (15 millones de niños), de los cuáles se estima que el 72% vive en extrema pobreza o marginación. La tecnología aplicada al campo, y estructuras que permitan ampliar la escala de producción (asociaciones, cooperativas, pools de siembra) son la única opción productiva que tiene este importante sector de la población para no depender de los subsidios del gobierno y salir de la pobreza. A mi me importa mas esta gente que tus 8 ballenas, Greenpeace!
Siguiendo con el potencial, basado en experiencia, Monsanto está trabajando desde 2008 con varios países de África Oriental (Kenia, Tanzania, Uganda, Mozambique, Sudáfrica) en el proyecto WEMA (Water Efficient Maize for Africa) para lograr variedades de cultivos que se adapten a las cada vez mas comunes sequías que afectan la región y a los insectos. El incremento de la producción estimado es de 2 millones de toneladas de maíz, suficientes para alimentar de 14 a 21 millones de personas en la región.
Para este proyecto en particular, Monsanto decidió no cobrar los royalties de propiedad intelectual derivada del desarrollo de estas semillas. WEMA también tiene como principales sponsors a las fundaciones de Bill Gates (Microsoft) y de Buffet. No es que Monsanto sea un santo, pero es una buena forma de mejorar su imagen, y a la vez aportar a una causa noble. Pero se vale que las empresas ganen dinero, no?
Por otra parte, en el caso de los países con gran producción de granos, desde Canada a Australia, incluyendo USA, Brasil, Argentina, Rusia, Ucrania, Nueva Zelanda, etc. el mejoramiento genético de las semillas ha generado gran riqueza y bienestar para la población. Por citar un sólo caso (que conozco mejor), el incremento de la producción de soya en Argentina fue de casi 5 veces gracias a la tecnología e inversión aplicada al campo, facilitadas de forma contundente por la soya transgénica de Monsanto. A mediados de los 90’s Argentina producía unos 12 millones de toneladas por año, contra una producción actual de aproximadamente 50 millones.
Estimando un precio de US$ 500 la tonelada, el incremento de valor que permitió la tecnología para este cultivo es de US$ 19.000 millones anuales. La soya, por sí sola, con su incremento de productividad y precio, permitió a Argentina salir del caos macroeconómico del 2002, y es lo que mantiene aún a flote la economía a pesar de los diez años de la gestión populista del gobierno de los Kirchners. Quizás en Buenos Aires, tanto Kirchneristas como Anti-Kirchneristas deberían votar en el Congreso reemplazar el icónico Obelisco de la ciudad por un busto de Hugh Grant, no el actor, sino el escocés que es el actual CEO de Monsanto.
La actual apuesta de Monsanto, que debería ser una causa común, especialmente en los países en desarrollo, es duplicar la producción de granos para 2050, un objetivo alcanzable si los países acceden a adoptar la tecnología adecuada. Y esta duplicación se dará con el crecimiento de los rendimientos, pero también con la incorporación de nuevas áreas a la producción, especialmente en zonas pobres tropicales, subtropicales y desérticas, la mayoría en países pobres de África, Asia y América Latina.
Y que quede claro que esto no es un alegato en favor de Monsanto. Se debe seguir investigando si los alimentos genéticamente modificados pueden causar algún problema a largo plazo, al igual que como se hace con todo producto nuevo que se introduce en el mercado. Lo que este artículo quiere lograr es informar mejor a gente que se asocia a causas que son nobles, como la de defender la salud, sin saber que con posturas radicales se están oponiendo a un mayor bienestar común, el del progreso de los países productores de alimentos y el de generación de alimentos suficientes para alimentar al creciente número de seres humanos.
robertol
Cuando se oponen a tecnologías que incrementan la producción de alimentos, cuando se oponen a insecticidas que combaten plagas mortales, cuando combaten el uso de fuentes de energía barata y asequibles, sus responsables (de manera consciente o inconsciente) tienen un objetivo genocida: provocar la muerte de cientos de millones de pobres en los países del tercer mundo.
Roberto
Sí, pero la gente en el «primer mundo» lamentablemente ve sólo una versión parcial, por eso le dan dinero a los inocentes/corruptos/genocidas de Greenpeace.
Juan Valdez
Querer defender a una empresa transnacional frente a los campesinos es realmente dificil y más tratandose de Monsanto, una empresa que ha dejado daños enormes al medio ambiente y a la salud humana. No es que no creamos en los transgénicos o en la tecnología, en lo que no creemos es en las «buenas intenciones» de una empresa norteamericana que participó en la guerra contra Vietnam, matando miles de personas hasta hoy con su Agente Naranja. No es que el campo en México y en Latinoamerica este mal porque la gente no sabe organizarse, ni producir, ya que tienen más de mil años de experiencia transmitida de generación en generación. Las prácticas intervencionistas e imperialistas de EUA, así como la corrupción de nuestros gobiernos han apoyado bastante la fragmentación y debilitamiento de nuestro campo, sólo basta recordar la aplicación de políticas neoliberales, el exiliio del campo a las urbes, etcétera, para reconocer que justamente este tipo de empresas son las que menos se requieren en México para sacar adelante al campo.
Roberto
Juan, el atraso y la pobreza del campo en México justamente está provocado por la no adopción de tecnología que hace que sea tan improductivo como hace 200 años. Sino compáralo con los países de la región que adoptaron tecnología, incluyendo los transgénicos, por ejemplo los de Brasil, Argentina, Uruguay y hasta Paraguay, son campos ricos, con campesinos ricos.
Rolando J Garza Leal
Muy buen artículo!
Monica Mendoza
Roberto: ya hay investigaciones muy serias, que las madres de familia estamos tomando en cuenta para alimentar a los hijos. El maíz modificado genéticamente si daña la salud humana, y el Roundup es uno de los peores venenos para los cereales. No soy de greenpeace, pero soy una persona educada e informada, y trato de nutrir, no de envenenar a mis hijos.
Roberto
Gracias Mónica, si tienes algún estudio serio te invito a compartirlo, todo lo que vi era muy flojo científicamente. Lo que es 100% científico es que hoy la gente muere de hambre o pasa penurias porque el campo es improductivo por los bajos rendimientos de la agricultura tradicional.