Actualmente sin duda es particularmente bueno para un Estado tener una empresa petrolera.  Con el barril de petróleo cerca de sus máximos históricos, cualquier empresa petrolera del mundo es rentable, y muy rentable.  Las empresas petroleras nacionales y estatales aportan muchos recursos para financiar los presupuestos de países como México (Pemex) y Brasil (Petrobrás).   De hecho, en el caso de México, la estabilidad económica de los últimos 15 años no hubiera sido posible sin el aporte de impuestos y divisas que genera Pemex (aunque tanta riqueza petrolera hace que el estado de México se relaje demasiado y no recaude impuestos).  En el caso de Brasil, la expansión de Petrobrás es uno de los pilares del milagro económico de este país.

Visto de esta forma, pareciera ser una gran noticia que el Estado Argentino sea dueño de YPF.  Sin embargo, el problema es que el mismo Estado Argentino había privatizado YPF muy recientemente (en 1992), y la forma por la cual quiere volver a ser empresario del petróleo es desplazando por la fuerza a los genuinos dueños actuales.  Es decir, es bueno tener petróleo, lo malo es tomarlo por la fuerza a terceros.

Independientemente de qué tan buenos empresarios eran los españoles de Repsol, estos son los dueños legítimos de las acciones que tienen, y en un mundo moderno los derechos de propiedad internacional deben ser respetados si se quiere seguir viviendo en el mundo occidental y no en alguna aldea de la jungla del Orinoco o el Congo.  Haciendo un poco de historia, cuando el gobierno también peronista de Carlos Menem (apoyado por sus gobernadores, incluyendo a Néstor Kirchner) decide privatizar YPF, esta compañía perdía mucho dinero debido a la corrupción e inoperancia de su gestión, pero también debido a que el barril de petróleo cotizaba alrededor de US$ 30 (ver gráfica arriba).   Ahora la empresa tiene mejor management, no hay corrupción, y el barril de petróleo vale US$ 100.  Lo que están haciendo los peronistas Menem-Kirchner es como sacarse de encima una novia fea, para quererla recuperar tiempo después cuando está bonita, se viste mejor, se le fue el acné y ahora está hecha una modelo.

Vean el video de Kirchner festejando y defendiendo la privatización de YPF en 1992

 

El apoyo a la privatización de 1992 no fue la única grave «contradicción» de los Kirchner. Hace sólo unos dos años impulsaron la entrada como accionistas del 15% al grupo de empresarios «amigos» Eskenazi. Los Eskenazi obtuvieron unas condiciones únicas de compra: la mayoría de las acciones que adquirieron se iban a pagar con los propios dividendos que estas generaran, o tenían gran talento para negociar o tenían detrás socios muy poderosos presionando a los vendedores. Y digo «contradicción» entre comillas porque realmente no hay ninguna contradicción. Los Kirchners son muy consistentes, siempre van detrás de la mejor opción para su propia riqueza o poder. Con la privatización de 1992 los Kirchers se hicieron de cientos de millones de dólares desde la gobernación de Santa Cruz. Con ese dinero público y sus cuentas muy oscuras los Kirchners ampliaron su riqueza personal y financiaron sus campañas demagógicas. Con la entrada de los Eskenazi con condiciones «altamente convenientes» seguramente también se quedaron con algún porcentaje «para la causa», es un negocio que no resiste ningún análisis.

Los potenciales beneficios económicos que podría traer a Argentina la propiedad de una petrolera muy rentable ahora probablemente estén más que compensados por la pérdida de imagen internacional que significa ser un país que ya no cumple ninguna regla; ni incluso con sus aliados mas cercanos (como lo ha sido España durante los últimos años).

La estrategia que está adoptando el gobierno de Kirchner es apelar a un falso nacionalismo, con palabras grandilocuentes como «soberanía».  Su mayor intención realmente no es recuperar el petróleo para los argentinos, como Cristina declama, sino desviar la atención de la población de los problemas de corrupción severos que afectan a su gobierno (el vicepresidente Boudou a punto de ser procesado), de la galopante inflación y del vaciamiento de todo tipo de ahorro y stock de capital que ha hecho este gobierno para sostener el consumo desenfrenado durante diez años. Consumo que les ha permitido ganar elecciones vendiendo un mundo perfecto. Está buscando un culpable para cuando en invierno falte gas, para cuando sigan accidentándose los trenes, para cuando no haya dinero para pagar salarios y jubilaciones. Aún en un país con la riqueza y la suerte de Argentina los recursos en algún momento se agotan si no se ahorra e invierte.

«Recuperar» el petróleo, además de tener consecuencias internacionales nefastas, también implicará algún tipo de pago de una alta suma de dólares.  Probablemente lo financien con las dos «arcas» ilegítimas en las que queda dinero como para dos años: con el Banco Central (causando un gran impacto en la inflación ya alta), o con los fondos jubilatorios del ANSES (quitando a los futuros jubilados cualquier esperanza de retiro digno).  En otro lado no hay dinero: no existe ahorro, ni forma de colocar capital o deuda genuina en el mercado internacional o local de forma que no sea compulsiva.  

«Recuperar» tiene un costo adicional: alguien se imagina el nido de corrupción que va a ser una YPF estatal con personajes en su gestión como Boudou, De Vido, Kiciloff y los propios Kirchners? Que le pregunten a México sobre la corrupción de Pemex como una pequeña muestra de lo que los argentinos seguramente podrán llevar a niveles de excelencia.

Tampoco es la intención del Gobierno mejorar la oferta de petróleo y combustibles. Kirchner culpa a Repsol por la falta de oferta, cuando por otro lado el Gobierno ha sido cómplice de la desinversión petrolera por diez años regulando precios y protegiendo los lobbies de los petroleros amigos.  Seamos claros, los principales responsables que no se haya invertido en infraestructura energética han sido los gobiernos Kirchners con sus políticas intervencionistas, amiguistas e impredecibles, con precios bajos y ridículos a nivel internacional para fomentar el consumo.  Si no hay ley no hay inversión, es la regla universal de los mercados. Y en la Argentina dejó de imperar la ley hace unos años…